Sentados alrededor de la gran mesa los niños esperaban la exigüa cena...El padre estaba en paro y la madre también...Comer, lo que se dice comer, comían poco, pero reír, sí que reían y eso los mantenia felices y unidos...Entre los cuatro partían el diminuto caramelo o el pequeño panecillo...y después recostados en el viejo sofá el padre contaba cuentos...Abrían la ventana de par en par y el brillo parpandeante de las estrellas entraba en la casí vacía estancia y los niños se iban adormeciendo...
Esas criaturas eran conscientes del amargo sabor de la vida, pero recibían tanto amor que dormían cómo ángeles...
Y es que, el amor disipa el fantasma del hambre y de las guerras...Sólo el amor es capaz de dar alegria y plenitud...
La familia de esta historia es el vivo retrato de este tiempo de crisis...Son muchos ya los que se aferran a lo único que les queda...el amor .
Que bonito....me gusta!
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