Seguiremos siendo...

Estamos en un lugar llamado tiempo, que aun siendo tiempo no puede anular los profundos sentimientos...
Aunque todo cambie o siga igual; seguiremos siendo los buscadores de sueños y anhelos...

Un lugar muy nuestro

No hay un lugar concreto para nuestra inquietud humana y no sabemos cual es nuestro lugar...
No es el lugar lo que nos da la razón de vivir, es más bien lo nos dan los sentimientos lo que hace sentirnos bien allí donde estemos...
La sensación de plenitud, nace y vive en el corazón y nos evita muchos sufrimientos...
La base de todos los sentimientos es: el amor y el amor es como un árbol, que da frutos...
Allí donde estemos, seremos lo que sean nuestros sentimientos y nuestra actitud.
El problema está en que somos siempre viajeros y al cambiar de lugar cambiamos nuestros pensamientos ...
Nuestra estabilidad no es tal porque: siempre solemos perdernos en cualquier lugar, cuando los sentimientos no deberían cambiar y siempre para mejorar a nivel personal...
Nuestra vida no depende del lugar, depende de la visión interior: una mezcla de sensaciones y sentimientos muy nuestros...

Los signos de los tiempos

En el pórtico milenario, la sombra oscilante ofrece al caminante; frescura...
Todo calla y todo habla, pero los hombres no tienen tiempo de leer los signos de los tiempos...
Es en esa hora, la del amanecer, cuando los milagros se pueden ver , la inmensa mayoría duerme...
Un pobre mendigo ha sido desde siempre el único testigo de ver dos milagros :
Un nuevo amanecer y un día más de vida..

Vocación de riesgo

Valientes por vocación, con preferencia de riesgo y sin embargo el acaso nos da miedo...
El acaso es un lugar, que nos puede dar: el fracaso o el éxito...
El acaso, con sus puntos suspensivos nos lleva al vértigo de la duda y nos quita lo mejor de la vida; esa otra emoción, que no entraña riesgo: las vivencias sencillas...
Aún sin ser valientes, asumimos los riesgos de vivir la vida...

Nuestra verdad

Aunque la verdad nadie la quiere, nuestra propia verdad nos insinúa la intranquilidad, que supone silenciarla...
La verdad de una vida contiene tantos matices, tantas razones ocultas, tantas conclusiones; que la inmensa mayoría silencian su verdad ...
Por extraño que parezca, el hoy nos da una visión completa de todos los sufrimientos y desalientos , la comprensión de lo que ayer no comprendimos, sin duda: una gran lección...
Nuestra propia verdad, la escondimos. El mundo solo desea lo maravilloso, lo fascinante, pero la vida amigos, no suele ser tan brillante como muchos dicen...
Os sugiero sacar conclusiones de todos los escenarios por donde habéis pasado y evocar personas y voces, que son la verdad personal de cada uno...

Dicen...

Dicen, que la fe se pierde en el camino y que la vida se lleva nuestra alma de niños...
¿Qué nos queda?
Un inmenso vacío, una ilusión ausente, donde la ausencia del amor nos vuelve indiferentes...
Nuestra alma de niño, no tiene porque perderse...
Ser adulto es ser: un niño grande...

La magia de la vida

Siempre es sorprendente intensificar la mirada, para contemplar el mayor espectáculo del mundo: la vida humana...
Contemplar de cerca el sueño de los adultos y los niños, e intuir la tibieza de los sueños profundos...
Esos cuerpos cansados y abandonados al sueño, en cualquier lugar del mundo...
Es fascinante el espectáculo que el cuerpo humano nos da y sin distinción de razas e idiomas, ver como el hombre se deja llevar por la debilidad...
Y es durante el sueño cuando vemos la gran fragilidad de grandes y pequeños...
En contraposición, la luz del día nos da la noción del excesivo movimiento humano, donde el cansancio y la ambición van de la mano...
Y puesto, que el factor humano es la prisa, los rostros humanos expresan lo que no son...
En ese ritmo constante, hay demasiada tensión y muy poca ilusión...
La vida nos ofrece situaciones extremas; dilemas entre el gozo y el dolor...
Es imposible seguir el rastro de los hombres y menos aún intuir los sentimientos humanos...
Todas las razas, todos los pueblos tienen algo que decirnos: un mensaje universal; el gran don de la vida...