Cuando mis hijas eran pequeñas, me dijeron que habían visto un caballo blanco galopando por el patio del colegio, hoy que ya son mayores me lo siguen recordando...
He llegado a la conclusión, que hasta a los adultos nos resulta muchas veces difícil aceptar la realidad y es entonces cuando vemos lo que no vemos. Otras veces puede ser la visión de un paisaje real, cuya belleza nos parece un sueño muy alejado de la realidad...
La mente hace conexiones imprevisibles y la imaginación pone el resto...
Lo cierto es, que tanto niños como adultos vemos lo que no vemos y muchas realidades nos parecen sueños...