Podríamos empezar, por los rincones olvidados, esos que nunca miramos, dónde está la nostalgia de nuestra infancia. Si no lo hacemos tal vez, cuando queramos cantar ya no podremos. La vida fluye entre días de luz y noches oscuras, sin embargo y a pesar de todo somos creadores de alegría. No hay que desistir en comenzar de nuevo para comprobar lo mucho que podemos. Quizás lo primero sea: cultivar las flores que llevamos en el corazón, para esa persona que no sueña y no tiene tiempo de soñar, para el que está sufriendo, para los que están en la parada del tren, bajo el frío y el viento...
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