Esta pequeña historia aconteció el verano pasado y como podréis ver en ella, yo soy la protagonista...
Os la cuento porque veo que contiene una gran moraleja y mucho optimismo...
Convoqué a todos mis nietos, de distintas edades, para planificar la excursión al río de montaña, al que vamos cada año...
El día de la excursión, amaneció con un calor sofocante, pero a la hora pactada, todos, sin faltar uno, estaban sonrientes esperándome..Antes de subir al coche pude comprobar las abultadas y pesadas mochilas con que íbamos armados...
Hacía mucho calor, pero la idea de poder pegarnos un chapuzón en el río, hizo que nadie hiciera alguna travesura...
Nada más llegar, aparcamos y cada uno se colgó su mochila y nos pusimos a caminar en busca del agua de ese río de montaña, tantas veces evocado durante el invierno...
Íbamos uno detrás de otro y en silencio, sólo con la atención puesta en descubrir el murmullo tan deseado, del agua...
Mirando por entre los chopos descubrimos que, sólo un hilo de agua bajaba por entre las piedras del cauce del río...
Con el calor pegado a nuestro cuerpo, los niños me miraron suplicantes, como queriendo decir: "nos volvemos" o "en esa agua no cabe un dedo".
Intente poner orden, donde no lo había y decidí que debíamos seguir avanzando...
De repente apareció el milagro de nuestra búsqueda: una pequeña hondonada repleta de agua, que caía gota a gota por entre las rocas...
Los niños y los no tan niños se fueron quitando la ropa y todo el camino quedo sembrado de sus pertenencias, las mochilas con su cargamento volaron por los aires y el silencio se llenó de risas...
Moraleja: Siempre habremos de avanzar en busca de los sueños e ilusiones para que, se hagan realidad...
Sin cansarnos nunca...