El león vivía escondido en una gran cueva, no porque quisiera sinó porque lejos de infundir temor a los hombres era él , el que les tenía pánico...
Los humanos le perseguían, le acorralaban, huían de él...
Se había vuelto fiero (como león que era) y arisco , sin otra solución que la de vivir en la soledad más absoluta...
A los hombres les pasa algo parecido.
No son los demás los que nos rehuyen, sino que, muchas veces somos los timoratos que huimos de los demás...
Nos escondemos de las circunstancias, no sabemos dar la cara, nos falta algo...Algo así como la comprensión...
Desde su oscura cueva, el león ya no era un fiero animal, era un ser vivo que ansiaba una migaja de amor...
Desde nuestra cueva de la rutina diaria hemos de intentar bajar al valle de los humanos, anulando los miedos y acercarnos con mansedumbre a los que nos dan las espalda...
Hemos de saber que nuestro mundo está repleto de hienas, o sea seres vivientes a los que deberíamos acercarnos...
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