El gran espejo siempre había estado allí, aunque nunca comprendí su utilidad, ni tan siquera era hermoso...
Pero ahí estaba, colgado en aquella pared desnuda, como si fuese un ornamento de preciado valor...
Más de una vez me entraron ganas de subirlo al desván y en su lugar poner una verdadera obra de arte...
Hasta que un día de invierno, aquel espejo me dio la gran sorpresa...
Vi que en él se reflejaban los colores del ocaso y los esparcia por toda la estancia...
Era algo sorprendente, era una maravillosa sinfonía de tonos ocres, que recorrían en silencio la penumbra...
Descubrí que aquel espejo tenía alma de artista y mirandolo me sorprendí de ver en él las vaporosas nubes...
El hombre puede reflejar, como en un espejo la luz de su interior, la luz de la sabiduria, la luz del amor...y su reflejo ilumina a los que le rodean...
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