El dios de la lluvía era un dios rechoncho con cara de pocos amigos, sin embargo los lugareños le adoraban como lo que era...
Todo y así no llovía y la devoción fue mermando...
Y no tardaron en ir a adorar a la diosa del amor, para que les diera al menos, una buena convivencia y no disminuyera la tolerancia entre ellos...
Y es que, el amor hace la existencia torerable y llena todas las carencias...
Llover, no llovío, pero al menos, el amor permaneció.
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