Ese hombre vestido de negro y rostro adusto era el mayordomo de mi abuela...ParecÍa tener tan malas pulgas, que me causaba un inusitado temor...Siempre estaba al fondo de aquel largo pasillo esperando impávido una orden de la abuela...Para mi era terrorífico tener que pasar por delante de ese hombre enigmático...
Sin embargo, tras su porte severo se escondia una gran sensibilidad y una ternura poco común...Tras años de permanecer en casa de la abuela y siendo yo una jovencita me sorprendio ver su lugar vacio...Pude enterarme de que tenía tres hijos y su mujer estaba enferma...
Por mi misma pude comprobar, al encontrarlo por la calle, lo afable y risueño que era...
"Las apariencias engañan".
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