El gran cuadro presidía la escalera...Era una pintura de escaso valor, pero el rostro de la mujer que había en él parecía tan real...Sus ojos eran de un negro centelleante...
El cuadro en cuestión ya estaba allí cuando compramos la casa...Y me causaba pavor sentir aquella mirada inquisidora y penetrante... Así que, decidí descolgarlo y llevarlo al desván...
En la vida real, son muchos los que nos miran, unos con simpatía, otros con indiferencia y algunos parecen querer penetrar al fondo de nuestra alma...
Lo peor es, que nunca podremos llevar al desván a estos últimos...
A menudo nos hallaremos con miradas penetrantes, con opiniones contrarías a las nuestras...Y habremos de tener la valentía de pasar una y otra vez delante de ellos.
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