Lo de ayer ha sido una experiencia única...
Ir al azar por un camino de montaña, sin saber adonde vas, con nubes y sol como telón de fondo y sin poder dar marcha atrás...
El coche supero todos los socavones, mientras el paisaje pasaba casi volando ante los ojos...
Íbamos en un silencio expectante, sin hallar un lugar donde aparcar...
El camino era todo el un conjunto de curvas en ascenso, algo así como una montaña rusa...
Eso sí, el paisaje era de película, con río incluido...
Mi idea era, tirar fotos, muchas fotos, llevarme en el móvil la belleza del lugar, pero se hacía tarde y no podría ser...
Mi mente trabajaba a cien por hora para captar lugares de ensueño y para calmar el extraño nerviosismo que me invadía...
Estábamos perdidos, aunque no tan perdidos cuando vimos una capilla de montaña...
Allí sí que dí rienda suelta a la emoción de sacar fotos...
No es que sea creída ni mucho menos, pero en las fotos salgo guapísima: de cara, de perfil, de espalda, una verdadera maravilla y como soy impaciente sin remedio, no puedo guardar el secreto...
Ahora que lo sabéis creo que dormiré tranquila (como siempre duermo) sabiendo que lo he compartido con vosotros...