El aire frío de la mañana nos da ese masaje que necesitamos, estimula nuestro cuerpo entumecido y de paso nos hace valorar el calor del hogar...
Las nubes que corren, llenan de sentido la monotonía estática de puertas adentro...
Los sonidos que nos llegan, por un lado zarandean nuestro espíritu aún dormido y por otro, nos elevan al infinito del cosmos que nos rodea...
Y es la luz, el asombroso punto de encuentro con esa otra luz de nuestro mundo interior...
Encontrarnos cara a cara con ese otro mundo ajeno al nuestro es toda una experiencia, es el milagro de sentirnos renacer...
Y ahí estamos, dispuestos a escribir en una nueva página en blanco nuestro día...
A la noche, convendrá repasar la ortografía, no sea que hayan demasiadas faltas...
Buen día, amigos...
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