Cada amanecer nos da una nueva luz, para ver lo incomprensible de esa gran sorpresa que somos. Miramos por el balcón ese cielo, que cada día del año ha estado ahí y lo que más deseamos es ver el horizonte escondido tras un mar de nubes. Así que tomamos distancia y de repente lo vemos claramente con su brillante luz. Corremos hacia el balcón para rozar con la mirada su lejanía, que es cuando nuestros ojos se encuentran con la gran sorpresa de una novedad inesperada. El brillo dorado del amanecer es solo el reflejo del amanecer en la baranda del balcón
En la vida todo son reflejos complejos...
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