Esa música lejana que nos llega, penetra en nosotros y ese rumor de mar, nos hace soñar. Los viejos sonidos llenan los sentidos y hasta en el cansancio podemos cantar y cuando el cansancio está cansado, se necesita solo escuchar esa música remota, que hace que nuestros pies no se cansen de bailar. Necesitar oír las olas, el rumor del aire, mirar el vuelo de las gaviotas...
Los sonidos son viejos amigos que nos hacen viajar a dónde nunca hemos ido, donde los sentidos se vuelven como niños y los niños son: los que más y mejor saben descansar.
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