A veces pensamos que la realidad es una lucha perdida y quizás sea porque la inquietud nos quita la juventud y se lleva la paz, que es la que nos hace aceptar las realidades. Al tiempo hay que darle tiempo porque, es un elemento, que nos ayuda a que la inquietud se calme y la pasividad se transforme en palabras y las palabras en acciones con soluciones. La misma inquietud es inquietante y con ella perdemos la alegría, ese soplo positivo, que recibimos cada día.
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