Dibujar árboles es, muy simple y fácil...
Con pocos trazos podemos crear un bosque entero, pero si nos olvidamos de añadir caminos, podemos perdernos en la espesura...
En la mente, el pensamiento puede llevarnos al laberinto de un bosque tenebroso: el de las ideas...
Tras nuestros pasos no siempre hay huellas que nos lleven al hogar: nuestro yo personal...
Sin camino los horizontes se borran...
Sumergidos en el mar de la arboleda, que nosotros mismos hemos ideado, nos sentimos arrastrados por el canto de las sirenas y su canto va cerrando las posibles salidas de emergencia...
De tanto hacer bocetos de bosques, nuestros árboles han crecido desmesuradamente dentro de la mente...
Y ahí estamos; perdidos y desengañados, arrastrando el espejismo de esas falsas sirenas, que jamás estuvieron en el mar y menos aún en nuestro bosque personal...
Nuestro gran error ha sido: no haber trazado caminos...
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