Por allí donde pasamos vamos dejando pedazos de nuestra vida, reflejos de nuestro ser...
Sin darnos cuenta, vamos desnudando nuestra alma...
A cada instante, nuestro vacío se agranda y los vacíos nos separan de los humanos...
Cuando fuimos niños, nuestra existencia era una espiral de juegos, era sorprendernos a cada instante...
Nunca debimos dejar de ser niños. La vida fue la causante de ponernos a la altura del mundo de los adultos... Y ahí, descubrimos el juego de los desengaños y el dolor, descubrimos que la alegría (la verdadera) era una falsa quimera...
Todo y así, nos fuimos adaptando a ese nuevo juego de ser adultos...Y ahí comenzaron todos nuestros problemas...
En un lugar de la mente, se fueron quedando sin vida; el camión de juguete y las muñecas...
El día a día nos absorbió, la rutina se hizo densa y la risa huyó...
¿Qué nos ha quedado?
Capas y capas de excesiva sobriedad, montones de problemas, hogueras de amor, apagadas, ilusiones perdidas...
Hay que volver a empezar y dejarnos llevar por el niño que fuimos...
Reir y jugar, aunque el mundo entero se burle de nosotros...
Busca en ti al niño que fuiste y prescinde de todo lo demás...
Siente la libertad de ser feliz, porque un niño es siempre feliz, un niño desea el amor, da el amor con una simplicidad maravillosa...
La verdadera felicidad está en: el amor...
Regala, montones de amor...
Sin darnos cuenta, vamos desnudando nuestra alma...
A cada instante, nuestro vacío se agranda y los vacíos nos separan de los humanos...
Cuando fuimos niños, nuestra existencia era una espiral de juegos, era sorprendernos a cada instante...
Nunca debimos dejar de ser niños. La vida fue la causante de ponernos a la altura del mundo de los adultos... Y ahí, descubrimos el juego de los desengaños y el dolor, descubrimos que la alegría (la verdadera) era una falsa quimera...
Todo y así, nos fuimos adaptando a ese nuevo juego de ser adultos...Y ahí comenzaron todos nuestros problemas...
En un lugar de la mente, se fueron quedando sin vida; el camión de juguete y las muñecas...
El día a día nos absorbió, la rutina se hizo densa y la risa huyó...
¿Qué nos ha quedado?
Capas y capas de excesiva sobriedad, montones de problemas, hogueras de amor, apagadas, ilusiones perdidas...
Hay que volver a empezar y dejarnos llevar por el niño que fuimos...
Reir y jugar, aunque el mundo entero se burle de nosotros...
Busca en ti al niño que fuiste y prescinde de todo lo demás...
Siente la libertad de ser feliz, porque un niño es siempre feliz, un niño desea el amor, da el amor con una simplicidad maravillosa...
La verdadera felicidad está en: el amor...
Regala, montones de amor...
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