Cada día llegaba a la ventana para comer de mi mano...
La gaviota era, grande y hermosa y mientras picoteaba, sus ojos saltones se llenaban de temor, sin embargo los mios estaban llenos de confianza...
Eran dos sentimientos opuestos; la gaviota comía por necesidad, mientras que yo me confiaba a ella...
A medida pasó el tiempo, ella -la gaviota- siguió con el mismo recelo y no hubo forma de ganarme su confianza, hasta que, me di cuenta de que su interés era solo la comida...
El ser humano es un creador de intereses...
Muchos nos buscan por lo que somos, por lo que podemos dar o nos pueden sacar o por lo que podemos hacer...
Os sugiero que, no perdáis la confianza en vosotros mismos y aprendáis a mirar con lupa los intereses ajenos...
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