Con una tarde llena de sol, decidimos hacer una excursión a un pueblo de montaña...
La ruta a seguir era fácil y las indicaciones no daban lugar a perdida y...nos perdimos, pasamos de largo el pueblo, lo volvimos a encontrar y nos metimos en un intrincado cruce de carreteras y autopistas,,,
Hacia calor, mucha calor...
Me fui quitando la ropa hasta que hubo el peligro de quedarme tal como vine al mundo...
La buena suerte hizo que llegáramos al pueblo y ahora venía lo más difícil de la cuestión o sea; aparcar el coche...y eso era: lo más difícil todavía...
Una vez tuvimos al coche aposentado comenzó la odisea de escalar las calles y callejuelas de un empinado de vértigo...
Mi garganta estaba tan seca que, hasta sufrí alucinaciones, viendo bares y fuentes donde no los había...
Reír, nos reímos y hasta llegué a llorar de la risa...
El lugar en cuestión, era tan maravilloso que, entre las luces y las sombras del atardecer, las gotas de sudor me parecían perlas de buena calidad...
Llegamos hasta lo más alto, dónde unas murallas muy antiguas rodeaban el lugar...
Allí, unas escaleras de unos cien peldaños, insinuaban que, había que trepar y con el cansancio a cuestas nos arrastramos para subir...
A medio camino me dejé caer sobre una piedra, ¡Bendita piedra, la verdad! Suerte que allí cerca había un bar ¡Bendito bar! donde saciar la sed...
El regreso fue de película, o sea nos perdimos otra vez...
Aún ahora, me siento desfallecer solo pensando en lo maravilloso de la excursión...
Espero, no lo toméis a mal..
La ruta a seguir era fácil y las indicaciones no daban lugar a perdida y...nos perdimos, pasamos de largo el pueblo, lo volvimos a encontrar y nos metimos en un intrincado cruce de carreteras y autopistas,,,
Hacia calor, mucha calor...
Me fui quitando la ropa hasta que hubo el peligro de quedarme tal como vine al mundo...
La buena suerte hizo que llegáramos al pueblo y ahora venía lo más difícil de la cuestión o sea; aparcar el coche...y eso era: lo más difícil todavía...
Una vez tuvimos al coche aposentado comenzó la odisea de escalar las calles y callejuelas de un empinado de vértigo...
Mi garganta estaba tan seca que, hasta sufrí alucinaciones, viendo bares y fuentes donde no los había...
Reír, nos reímos y hasta llegué a llorar de la risa...
El lugar en cuestión, era tan maravilloso que, entre las luces y las sombras del atardecer, las gotas de sudor me parecían perlas de buena calidad...
Llegamos hasta lo más alto, dónde unas murallas muy antiguas rodeaban el lugar...
Allí, unas escaleras de unos cien peldaños, insinuaban que, había que trepar y con el cansancio a cuestas nos arrastramos para subir...
A medio camino me dejé caer sobre una piedra, ¡Bendita piedra, la verdad! Suerte que allí cerca había un bar ¡Bendito bar! donde saciar la sed...
El regreso fue de película, o sea nos perdimos otra vez...
Aún ahora, me siento desfallecer solo pensando en lo maravilloso de la excursión...
Espero, no lo toméis a mal..
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