No tenemos razón para sentirnos cansados, cuando vivimos rodeados de máquinas que lo hacen todo, todo lo que puedan hacer las máquinas, no puede anular nuestro cansancio , la melancolía, el tedio o las ansias reprimidas...
Hay que idear nuevas recetas culinarias, hay que sorprender y sorprenderse y hay que echar mano al arte de la sensibilidad...
La sensibilidad tiene múltiples aplicaciones, tanto en la cocina como en la cama, tanto para los adultos, como con los niños...
Estamos cansados de nosotros mismos, de las repeticiones de nuestro repertorio y ese es el peor cansancio...
Hay que aprender a llorar, porque llorar hace mucho bien a nuestro corazón y hay que aprender a reír con la risa de un niño...
Contra el cansancio, hay que romper moldes, diseñar otra dimensión en el habitáculo de nuestro interior...
Contra el cansancio hay que: cantar, correr, saltar, estar en paz con uno mismo y sobre todo, no soñar tanto sino; hacer realidad un sueño...