En el hogar es dónde se pierden más cosas entre ellas: la paz dónde aún amando perdemos el amor y aunque las cosas sean solo cosas pueden provocar el desamor. Una palabra puede iniciar una guerra y aquí podemos ver que el amor no es suficiente para conservar la paciencia y la impaciencia.
Iniciamos la guerra personal, sin estar en ella porque el hogar siempre nos sugiere la paz. Al vivir rodeados de seres queridos, nos sentimos sitiados de seres distintos y en ese lugar tan nuestro puede, que nada esté en su lugar. La impaciencia de cosas, que no podemos encontrar, pero si estamos con lo que amamos, todo lo demás puede esperar. Una sonrisa fortalece, rejuvenece en cualquier lugar y en el hogar.
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