Mientras el cuerpo aguanta, no es así nuestra alma. Ella es la parte más sensible de la condición humana. Nuestro cuerpo vive ajeno a lo invisible y nuestro interior intuye lo que no vemos. Así no es extraño no llegar a lo esencial, que quizás fue esa sonrisa que vimos al pasar y era un mensaje de felicidad...
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