Nacimos para ser libres tanto para amar como para matar e incluso tenemos manos libres para hablar por el móvil. Sin embargo, no reconocemos que estamos prisioneros de muchas formas de pensar. Nuestra libertad no da para mucho porque si movemos un dedo ya nos metemos en un enredo, sin saber el resultado de su movimiento. La libertad quizás esté en las palabras silenciadas, pero si no hablamos, nos anulamos...
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