Nada nos hace más felices, que las pequeñas alegrías de cada día. Vamos al supermercado y nada más ver la gente que hay queremos echar a correr. En la larga cola hay una mujer que nos sonríe, es desde luego un regalo que no hemos esperado.
No sabemos nada de esa mujer, pero su sonrisa la convierte en una estrella, que brilla en ese desierto y hasta nos parece, que nos hemos equivocado recibiendo ese regalo inesperado. Una pequeña alegría, que iluminará nuestro cielo nublado, durante todo el día.
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