Los surcos de la tierra nos muestran las semillas olvidadas, que nadie sembró. Se habla del hambre, pero nadie se acuerda de los surcos vacíos, que necesitan de unas manos para sembrar y recolectar. La miseria entró en el mundo cuando empezamos a usar la inteligencia y nos olvidamos de la tierra. Los robots, siembran y recolectan, pero lo hacen sin amor y el amor es el mejor fertilizante de la tierra. Una manzana cogida con amor, tiene mejor sabor...
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