Hoy hace frío, pero hemos decidido ir con los niños al río y como las decisiones son difíciles de cambiar lo único, que podemos hacer es sonreír a la vida. El agua del río aun sin mojarnos ya nos hace sentir frío, pero los niños se meten en él, mientras nosotros optamos por la orilla y damos constancia de nuestra poca valentía. Disimulando metemos un pie, mientras los niños se tiran de cabeza, una proeza que no podemos hacer. Ese día aprenderemos, que la risa de nuestros hijos puede anular no solo el frío de nuestros pies, sino también el frío de nuestro ser...
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