Según las horas del día vemos las cosas, los paisajes y las personas de forma distinta. Quizás esto nos diga, que sobre todo el trato con los demás está vinculado no solo a las horas sino también a los días y a las estaciones del año. Funcionamos como un reloj y estamos además sometidos a una rutina constante y de precisión y al menor cambio uno se siente fuera de lugar, cuando el estar fuera de lugar es precisamente estar.
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