La negatividad nos la sirven y la servimos en bandeja, sobre todo cuando se adopta la excesiva seriedad y no se pone ni un grano de ironía, cuando nuestro yo está por encima de todo y nos olvidamos de lo mucho que hemos de aprender del optimismo y la alegría...
El cansancio de la rutina solo nos deja ver una parte de la vida. Por eso no oímos la voz de nuestro hijo, cuando nos pide una y otra vez jugar con su nuevo y ultimo modelo del coche de carreras...
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