Después de leer media página del libro de turno, apagué la luz y llamé al sueño...
La almohada se convirtió en una nube y poco después me pareció una piedra...
Presentí que, el sueño de todas las noches, no llegaría...Así que decidí llenar la mente de cosas inútiles...
Por la ventana abierta comenzaron a entrar los duendes de la ansiedad y las hadas de las dudas...
Todos se pusieron a bailar en torno a mi...
Sus amplias capas; me rozaban, me envolvían y encima se reían...
Encendí la luz y cerré bien la ventana y fue entonces cuando me encontré cara a cara con un nuevo duende: el de la risa...
Decidí no dormir, ni pensar...
Puse los pies en el suelo y salí corriendo...
Dormir, no podría, pero bailar, si bailaría...
Pero ni bailar, ni cantar, ¿sabeis porqué?
Ya se ha hecho de día...
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