Había estrujado tanto su mente, que ya no quedaba en ella ninguna idea, aun y así no fue capaz de rendirse, ante la oscuridad insondable de su mundo interior...
En el silencio del atardecer, no halló una palabra que pudiera seducirle, ni tan siquiera una definición...
Fue entonces, cuando la penumbra del atardecer comenzó su intrigante baile de luz y sombras, las paredes de la estancia parecían contener un bosque entero, los árboles parecían haberse instalado junto a él...
El baile de las sombras tenia un movimiento sugestivo y la mente se fue llenando de mil definiciones...
El ser humano no da valor a ese extraño baile de luces y sombras que, la existencia ofrece constantemente y es que, el hombre o bien prefiere la luz o la oscuridad...
No nos queda tiempo para contemplar ocasos o amaneceres, lo nuestro es: la noche o el día...
A las sombras hay que mirarlas desde todos los ángulos.
Sólo entonces, veremos la magia de los árboles y las montañas en la pared de nuestra alcoba...
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