
Muchas veces me he abrazado a su tronco,donde líquenes lustrosos me regalan su intenso verde...
En las noches de verano, las hojas de este árbol, se estremecen al menor roce de viento...
Siempre he pensado lo placentero que es conversar con los árboles de nuestras nostalgias y sueños, de nuestros pesares y alegrías...
Crecimos al unisono, pero él (el árbol) creció mucho más aprisa buscando el azul del cielo, la luz y el vuelo de los pájaros, mientras nosotros estábamos anclados en el suelo...
El silencio del árbol es la elocuencia de palabras silenciadas y caricias esperadas...
Es el árbol, el gran incomprendido, muchas veces talado o quemado...¡Pobre amigo!.
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