La vitamina de la alegría

Bajo la luz mortecina de una vela el sabio buscaba la receta de la eterna juventud...
En el mercado habían cremas, pomadas, ungüentos capaces de alisar, tensar y rejuvenecer al rostro más ajado...
El sabio buscaba la solución definitiva, capaz de dar al ser humano la juventud perdida...
En un pequeño descanso, salió a la calle para contemplar de cerca a hombres y mujeres...En unos instantes pudo comprobar que habían demasiadas caras largas, demasiados ceños fruncidos, rictus de amargura, aparte de la sobriedad de la vestimenta...
Por fin, habia llegado a la conclusión de que: los años, el trabajo o los sufrimientos no son los que envejecen...Es el alma la que se arruga y como el rostro es el espejo del alma, el ser humano envejece...
La única receta que había hallado era la vitamina de la alegría...
Pero la alegría no se vende, es gratuita, fácil de usar y no tiene ninguna contraindicación...
La alegría nace dentro de nosotros y como un torrente mágico llena todo el ser...Ilumina y da tersura al rostro...
La vitamina de la eterna juventud está en nosotros y podemos usar de ella, siempre.