En las cosas más sencillas, está el mensaje de las grandes maravillas...
Ese instante de reposo junto a la ventana abierta, aunque sea una rutina del día a día, lleva un mensaje distinto todos los días...
No hay que cerrar los ojos, porque esas luces del atardecer nos ofrecen sus dorados y ocres...
Nuestro cansancio es un espacio, que nuestro cuerpo y nuestra mente nos sugiere, pero no tiene la fuerza suficiente como para anular esa paz que nos da dejar en blanco la mente...
Hay que dejarse abrazar por los sonidos lejanos y dejarse embriagar del aroma del mar y navegar sin rumbo fijo...
El cansancio del día siempre es la monotonía de ese punto final, dónde sólo se desea descansar. Precisamente ese es el momento de ver las grandezas de las pequeñeces, que nunca tenemos tiempo de mirar...
Maravillarse y extasiarse, no es lo natural, porque siempre estamos saturados de que todo sea igual...
Las maravillas están a nuestro lado, pero su mensaje nos queda velado. Las maravillas son: los colores del ocaso bordando primores, el aroma que nos llega de la cocina, el llanto del niño de la vecina...
Todo nos lleva al mensaje del gran valor, que tiene la vida...
¿ Nuestro cansancio?
Es el que nos dice, que luchamos por la vida...