En algún momento, casi sin darnos cuenta el cansancio se desvanece. Es sin duda la semilla de la superación, que nos da un toque de atención. Desde luego, el cansancio sigue ahí, menguando nuestro espacio, mientras en nuestro interior nace la llama que nos inflama.
Eso que nadie hará por nosotros: la responsabilidad de no bajar la guardia.
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