Vivía en un piso de la gran ciudad, donde el ruido le asediaba por todas partes: el sonido implacable de los coches, las músicas y el llanto y las risas de los hijos del vecino ¿ Dónde encontrar la paz? . El silencio le era muy necesario para trabajar desde el ordenador desde donde trabajaba. Siempre que podía buscaba la paz en los caminos de montaña y fue en uno de esos caminos donde encontró lo que necesitaba, una pequeña casa con el letrero de: Se vende.
Una vez instalado le pareció el paraíso pero... Empezó a notar en falta el sonido de los coches,las risas de los hijos del vecino y se dió cuenta de que no aguantaría el silencio y la soledad y es; que uno se acostumbra tanto a la rutina, que si huyes de ella la notas a faltar. Somos barcos perdidos, buscando voces humanas y sonidos.y es en nuestro propio lugar donde podemos crecer y florecer.
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