Si entramos en la laguna del no pensar, podremos oír y sentir el fluir del agua de nuestra vida e incluso podremos alcanzar la nube del no estar, cuyo resultado es; la paz y la alegría que ninguna tecnología nos puede dar. Alejados del ordenador, ese dios que influye en nuestra vida, veremos cara a cara al ser tenso e indefenso en el edificio, que nos habita y veremos que aún estamos donde estamos, pero podemos llegar más lejos todavía. Somos profundas lagunas, pero tenemos la suerte, que pensamos...
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