Lo que más vivimos es: lo sensible, lo delicado e incluso lo intrascendente. La sensibilidad toca de lleno al corazón y suprime la frialdad de nuestro sistema personal. La delicadeza de los actos humanos, los silencios, que a menudo necesitamos y las palabras, actúan de forma invisible pero dejan profunda huella solo en algunos pocos, pero es una forma positiva, que puede hacer ver la vida de otra forma. Generalmente es el buen hacer de los demás, los que nos aligeran el peso de la rutina...
Lo prosaico de la vida está en el día a día así: un ramo de flores, una música, una sonrisa no son intrascendentes, pero es exactamente lo que necesitamos para descubrir la parte positiva, que necesita nuestra vida.
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