La alameda en su silencio nos ofrece la confidencia y sabe escuchar la historia de nuestra vida. Hoy nos maravillaremos de sentir bajo los pies la textura de las hojas caídas, para poder evocar las caídas de nuestra vida. Esas hojas cuentan historias y hasta parece, que tienen memoria, sus confidencias son tan nítidas que nos invitan a usar la mirada retrospectiva, para recordarnos los momentos de alegría.
Mientras los altos chopos nos contemplan no nos sentimos tan seguros de nosotros, porque la confidencia, pocas veces la hemos usado. Tampoco estamos seguros del valor que puedan tener nuestras palabras. Pero lo que si sabemos es, que los árboles y nosotros nos comprendemos...
Cuando volvamos a la rutina ya no seremos los mismos, llevaremos en el alma la copia exacta de la sencillez, resultado de ese contacto con los árboles amigos y ya nada volverá a ser lo que era porque; de alguna manera muchas heridas se han curado. Hemos logrado un sobresaliente en una ciencia olvidada y poco usada: la confianza de nuestras confidencias con la naturaleza.
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