Quizás lo más difícil sea: dejar de pensar y dejar las horas pasar, para solo escuchar. Al no pensar oímos los sonidos olvidados, el rumor de la brisa bailando en el tejado y al mismo tiempo usamos una sensibilidad especial. Si pensar nos hace sabios, no pensar nos quita años y como los niños descubrimos; nuevas músicas, lejanos rumores y lejanos ecos. Es la otra cara de nuestra vida, la que a menudo queremos evitar.
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