La mirada interior agranda las circunstancias y nos da las dimensiones exactas. De manera, que el ayer nos puede dar una luz para el hoy. Fue el ayer el que marco nuestro camino sin darnos cuenta, que el ayer y el camino fueron creando nuestro destino. Quizás hoy no seamos lo que quisimos ser, sin embargo aun conservamos sueños y recuerdos y en ellos viven los contenido que conservamos en lo profundo de nuestro ser. Nuestro barro sigue siendo el mismo de ayer y podemos moldearlo y transformarlo según las circunstancias del hoy. Nuestro barro nos da la dimensión exacta de todo lo vivido y lo que nos queda por vivir y su contenido tiene un sentido.
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