El cielo gris se volvió negro, cuando tuvimos que anular la comida campestre. Nuestros hijos lloraban y lloraba la lluvia y suerte tuvimos de ser positivos; en la sala de estar plantamos la tienda, quedo un poco torcida pero se podía entrar y salir. Abrimos la mochila y sacamos platos y los bocadillos. Los niños dejaron de llorar y el gris y el negro dejaron de actuar.
Ser positivos siempre nos da motivos para: pensar en cambiar lo negativo.
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