Mientras los demás duermen, algunos se lanzan a la carrera del día y aun con el sueño en las pupilas es lógico evitar las palabras y las sonrisas aunque lo peor es no ver los paisajes y lo más curioso es, que el único corredor seamos solo nosotros. Cuando regresamos al hogar estamos tan cansados como para no poder hablar y por si fuera poco no hemos ganado ningún trofeo. Si miramos por la ventana veremos a los que dormían y ya se han levantado para andar paso a paso son los, que hablan y sonríen. Si duda ellos han ganado la carrera del día...
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