Somos creadores de ilusiones y es el vértigo de la rutina lo que nos hace difícil aceptar las realidades de la vida. Creamos castillos imaginarios y ese castillo soñado nos pone ante la duda de: vivir o soñar.
Estamos más adaptados a la realidad de lo que podemos pensar y en la realidad hay muchos momentos de felicidad...
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