El viento creó en el agua espejismos de caminos y ahí dejamos de ser hombres para ser sólo unos niños...
El agua que nos cubría iba trazando caminos que nos daban la dicha de sumergirnos y comprobar, que el niño que eramos sabia nadar y bucear...
En el fondo del azul todo se ve diferente y sólo se siente la calidez de las corrientes...
Al sumergirnos, asistimos a una transformación de los sentidos, dónde muchos sentidos dejan de tener sentido...
Y eso sucede cuando el azul toma posesión de nuestro yo...
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