En la profundidad de ese bosque imaginario que es; la gran ciudad , las luces y las sombras que proyectan los edificios, no tienen desperdicio, son más bien; de gran utilidad, porque imaginamos estar en un bosque de verdad...
Mientras vamos andando, un desierto imaginario, nos lleva al espejismo de un desierto de verdad, porque: en la ciudad, también nos podemos encontrar con el duro realismo de la propia soledad...
La gran ciudad es: dinamismo y dudo que el optimismo se haga palpable...
Muchos corren, sin saber adonde van y otros caminan sin rumbo...
Un gran río plateado de coches, avanza por un cauce imposible de cruzar...
La gran ciudad, oprime y deprime...
El lado bueno de la gran ciudad es que: nos acoge, se estira o se encoge a gusto personal...
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