Su lugar era; el profundo pozo de los sueños, donde encontrar lo que la vida le había negado...
Su parcela interior, lejos de estar descuidada parecía un pequeño paraíso y ese lugar tan personal necesitaba de muchos cuidados...
Cada día había que arrancar las malas hierbas del pesimismo, el rencor, la tristeza...
Cada día había que regar con: el agua del optimismo, el amor, la alegría...
Después; las horas pasaban en completa paz, contemplando el profundo paisaje de uno mismo...
En el fondo de nuestro profundo pozo, hay más de lo que podemos imaginar...