El todo nunca ha formado parte de nuestra vida y aquí me refiero a las costumbres y gustos personales de cada uno...
No podemos abarcar ni siquiera la mitad de las sensaciones y emociones, muchas las omitimos y otras no sabemos dónde están...
Somos seres de costumbres limitadas, dónde cada uno va a lo suyo, sin desear más...
Ahí están los horarios, que nos son sagrados. Unos se pierden una noche de luna llena y otros no han visto en su vida un amanecer...
Mientras unos se conforman con el camino del hogar, en la rutina de cada día, otros no se dejan vencer por el cansancio o la apatía y buscan en la naturaleza caminos, sin atenerse a horarios...
Nos vamos a dormir temprano, por aquello de que lo necesitamos y ahí nos engañamos porque: perdemos instantes de la calidez del hogar...
Nos vamos a dormir siguiendo un ritual, pero ese ritual no es tan virtual como para hacernos conciliar el sueño...
No podemos pretender hacerlo todo en la vida, pero vale la pena cambiar costumbres y gustos personales, sólo para no perdernos muchas maravillas...