Imaginemos las conversaciones, que escuchan los Océanos: unos hablan, otros callan pero se escucha su respiración , otros corren y cantan, otros lloran y ríen. Sin embargo nadie entiende a nadie, nadie entiende nada de lo que pasa.
Allí donde estemos, la palabra llega no a través del oceano, sino a través de nuestra alma porque: la palabra es el milagro, que aunque riamos o lloremos, corramos y cantemos; siempre estaremos a la escucha de las voces de todos los silencios.
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