Cantar nos quita el temor, pero cuando el miedo gira a nuestro alrededor, no valen las canciones, ni las vacilaciones y hay, que correr y buscar a otro ser y eso sin saber quien es. En la guerra y en la paz necesitamos de los otros para: cantar, reir o llorar. No importa tanto el idioma o la edad lo que importa es: el otro. El miedo y el temor no serán los mismos porque, nuestro horizonte personal tendrá un toque de optimismo.
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