El pensamiento es libre, la palabra aunque esté en la punta de la lengua no siempre es la acertada y necesita ser pensada para ser pronunciada. Por eso: el silencio no tiene precio. Él guarda lo mejor que tenemos; la sabiduría de retener lo que es solo nuestro. De hecho, se podría vivir con dos palabras: el no y el sí , que son concretas y claras.
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